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Muestra de Microrrelatos de Torrejón de Ardoz 2022

La primera edición de la Muestra de Microrrelatos, de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz, se dirigió a los vecinos de la ciudad con inquietudes literarias. Os dejamos con la lectura de los microrrelatos recopilados para que, como dice el concejal de Cultura, José Antonio Moreno, descubráis la «manera profunda de leer
la vida” de los escritores y escritoras que han participado en esta nueva iniciativa».

Buscando la magia, Constantino Mediano Velarde

Vine desde el sur buscando la magia.

La encontré primero en las praderas de hierba cortada de los parques.

Después en las salas de los cines de una nueva e impactante dimensión.

Más tarde en una pista de tenis de un color azul intenso.

Encontré también una música rítmica y melodiosa que me activaba el alma.

Conocí lecturas que atrapan la mente y amplían la sabiduría, así como viajes inolvidables.

En mi interior descubrí que podía escribir bellas leyendas con espectaculares aventuras y románticas historias.

Y finalmente, la hallé en el brillo de unos ojos negros y limpios como el azabache.

Con mis pies descalzos, Jesús María Salvador

Vine desde el sur buscando todo aquello que anhelaba, burlando a escondidas lo que me hacía daño y que no me dejaba desplegar mis alas.

Necesitaba cumplir sueños y crucé países andando, soportando hambrunas y noches en vela; armado de un zurrón vacío y mi propia presencia, que era lo que más pesaba.

Vine huyendo de los que utilizaban armas para silenciar las bocas, de los que ya no tenían nada: de niños con mocos y mujeres de caras vacías.

Vine luchando ante los vientos que balanceaban mi existencia, montado en una balsa de almas que ansiaban lo que la mía sentía.

Cuando llegamos a oscuras y en silencio, mis piernas temblaban y el corazón se salía, y nervioso palpé la tierra de otros mundos que ante mis ojos se abrían.

Vine buscando que mi vida tuviera otras salidas, lo que no sé es cuanto duraría.

De Madrid al cielo, Óscar Encarnación Llaguno

Vine desde el sur buscando el norte. A mitad de camino quedé atrapado entre 5 torres. Esa ciudad me conquistó para siempre, tanto es así que, un siglo después, mi espíritu sigue presente en los cielos de la Capital.

Esperanzas, Esmeralda Pérez Marcos

Vine desde el Sur buscando esas oportunidades de las que tanto hablaban y veía a través de la TV.

Además del dinero que me costó y el riesgo de morir que corrí, nada de eso encontré.

Me vi mendigando en las calles, despreciado por los que pasaban a mi lado.

Dejé mi familia, mis costumbres, para ir a encontrarme con un mundo hostil.

¿Qué podía hacer? Volver a casa imposible, primero por vergüenza y luego por no tener un céntimo.

Pasaban los meses, empezaba a desesperarme, más un día pasó por mi lado una persona que se compadeció de mí, ofreciéndome una posibilidad de sobrevivir, comencé como repartidor por los buzones, así conseguí lo suficiente para tener un alojamiento y comer.

Después empecé como mozo en una empresa de mudanzas.

Podía compaginar los dos trabajos, por lo que, aunque era duro, vislumbré la posibilidad de salir de esa miseria. 

Hide (Esconder), Lou W. Morrison

Vine desde el sur buscando poderle despistar, lograr que perdiera mi rastro de una vez por todas. Pero ha sido inútil. Escucho como se entrechocan los pequeños huesos de niños que conforman su collar y siento que su ardiente aliento eriza los pelos de mi nuca.

–¿Todo bien? –pregunta la mujer que me ha recogido en mitad de la carretera.

–Todo bien.

Lo peor es que ahora sé que, por mucho que lo ate y trate de poner distancia entre él y yo, volverá / volveremos a matar.

Magia desastrosa, Esther y Rocío Muñoz Astudillo

Vine desde el sur buscando una segunda oportunidad. La primera no salió muy bien…

Me llamo Tiquitín, soy mago y trabajo en el circo.

Mi truco era sencillo: sacar una rana de una chistera. Ahí estaba yo… un toque de varita y… ¡PUF!

Pero la rana pegó un salto hasta la cabeza de una señora. No debían gustarle las ranas, porque dio un grito ensordecedor y empezó a correr de un lado para otro como un avestruz.

La rana entonces saltó hasta un hombre calvo, resbaló y se agarró del bigote para no caerse. El hombre dio un respingo tan fuerte, que el banco se rompió y unos niños volaron por los aires aterrizando en los trapecios del circo.

Los niños estaban encantados, pero su madre no. Y mi jefe tampoco.

Así que cambié rápidamente a otro truco: hacer desaparecer al mago. Ese truco se me da mejor.

Mi memoria, Pilar Alonso de Pedro

Vine desde el sur buscando que se abriera esa ventana entre esos dos mundos, que hoy estaban tan distantes. Supe desde un principio que si cruzaba esa barrera no habría marcha atrás. Hacía años que no estaba entre los vivos y necesitaba acariciar ese espectro del pasado, que se había cruzado de nuevo en mi camino. Tenía que seguir la línea, imaginaría que apareció en momentos de mi vida y debía dejarme llevar. Mi pasado había estado interponiéndose en esa perdida de memoria, modificó e ignoró las circunstancias. Aquellos espíritus invisibles fueron mis fantasmas que estaban atados a mi corazón. Hoy, después de esa cura, la pluma fluía de nuevo, encontrando la paz ante aquel relato, que tanto me había costado hacer. Estaba curado, ahora recitaría en aquel vistoso salón de actos, comenzando: ¡Vine desde el sur buscando mi alma gemela y la encontré en Torrejón de Ardoz!

Mi Sur, José Antonio Selfa Limones

Vine desde el sur buscando otro aroma, buscando otro viento, buscando otro cielo, pero después de tantos años, sigo buscando tu acento. Añoro mi calle encalada, mi mar inmaculado, mi sol anaranjado en esas tardes que se marchan tras los olivares. Invento noches estrelladas que me traigan tu silencio, caminos de jazmines entre naranjos perpetuos, y no, no logro percibir ni un suspiro de tu mes de mayo, ni de tus patios enredados, ni de tu música rasgada de guitarra. Aún sueño con el café de la mañana, el pan, impregnado del cálido amargor del aceite, con tu campo vertido del color de la simiente, aun sueño que te tengo entre mis brazos y que te acuno al acento de un fandango. Quizá, algún día vuelva, y te beba de nuevo, y te ría, y te acaricie, y te diga al oído cuanto te he echado de menos.

Nada, Cristina Estevas Jiménez

Vine del sur buscando el TODO, y queriendo alcanzarlo, olvidé todo y me quedé en NADA, y la nada me invadió hasta desmadejar mi cuerpo y mi mente.

El Norte, Carmen GG

Vine desde el sur buscando “el sueño americano” cuando en la frontera me encontré con mi destino. Huía de la pobreza y de las pandillas de mi país. Mi madre me había puesto en la mochila unos bocadillos, algo de dinero, agua y un poco de ropa, y me uní a una caravana de miserables como yo, que buscaban un nuevo destino. Me hubiera gustado haberla llamado con mi celular robado y decirle: “Mamá llegué, mandaré plata, vendrán ustedes conmigo, esto es mejor de lo que esperaba”. No pudo ser; ahora descanso en una tumba sin nombre, en un desierto que sale en las películas, alguien bondadoso ha puesto unas flores silvestres que a veces arranca el viento. Un hombre alto con sombrero tejano ha clavado una estaca con un nombre, ya no me llamo José Santos Hernando. Ahora me llamo: ILEGAL.

Puntos cardinales, Alberto Vicente Monsalve

Vine desde el sur buscando el norte y no supe si era éste o éste.

El reencuentro, Esther Peral Nuño

Vine desde el sur buscando un instante de mi vida que no encuentro.

Me revuelvo en el asiento del tren con la inquietud de un niño que no sabe a dónde va y al que el viaje siempre le parece demasiado largo.

El hombre a mi lado rebusca en sus pantalones, se sienta y se levanta metiendo y sacando las manos de los bolsillos. Tiene el pelo blanco, la cara pálida. Dibuja una mueca con la boca cada vez que fracasa en su intento. El pantalón le aprieta la cintura.

Susurra en mi cabeza una voz conocida, susurra y enmudece en el preciso momento en que casi la entiendo. Se repite tanto que, al cabo de un rato dejo de escuchar, la integro.

El hombre a mi lado cesa en su empeño, ahora suda, la palidez de su rostro ha cambiado a un tono púrpura. Se sienta. Susurra.

“Vine desde el sur buscando mi norte”, Rosa de los vientos, Pilar Pozo Barberá

La camarera escuchó con curiosidad la respuesta de aquel hombre callado que cada tarde, desde hacía un mes, se tomaba un café con leche bien caliente y sin azúcar en la mesa más alejada de la entrada de la cafetería, adonde apenas llegaba la luz natural de los grandes ventanales tan codiciados por el resto de la clientela, y escribía por espacio de una hora en un viejo cuaderno Moleskine de tapas negras decorado con una Rosa de los Vientos. Pasado ese tiempo, daba un último sorbo al café y le pedía la cuenta, a la que siempre añadía una propina.

Aquel día la camarera se atrevió a preguntarle qué escribía tan afanosamente. El hombre cerró el cuaderno, pagó el café y mientras salía, continuó, con aire compungido: “Los vientos del este no me permiten llegar a mi destino”.

El sendero de la Literatura, María del Camino Hernández Muñe

Vine desde el sur buscando una nueva ilusión después de este año incierto. De equipaje en mi roída maleta, lleve los libros de Vicente Aleixandre que son mi gran tesoro y las fotógrafas y cartas de mis familiares. Voy en el tren hacia Torrejón de Ardoz donde he sido destinada l. Para comenzar una nueva y gran experiencia llena de felicidad e ilusión para dar clases a los refugiados de Ucrania de literatura y darles la merecida oportunidad de hacer realidad sus sueños y los míos que añore de ayudar a los demás. Pues mi padre Antonio y mi madre Maximina me enseñaron que las mejores lecciones que se pueden aprender, que los libros son necesarios para que la educación y el respeto sean antes que las guerras y construyen puentes de armonía y paz, donde reina la libertad y la paz y la felicidad.

Sur sin Norte, Sergio P. Delgado

Vine desde el sur  buscando el norte; me acusaron de perderlo en una de mis locuras transitorias transitando por este geográfico, en aquella época no tan lejana, aun siéndolo, en que parecía un vaquero de película del oeste con mis botas de cuero, o un rocker con mi chupa de cremalleras buscando a un mod con el que enfrentarme en los transgresivos años sesenta que sé que viví dentro de los noventa; yo sé que fue así, que existieron. ¿Pueden ver a mi verdadero yo? Cremallera, que vienen con sus malos modales los cuentacuentos a montar una escenita, como en una de esas películas sin final. Sin final feliz. Como el fin, que, al final, nunca lo es. Feliz, digo. Por aclarar las cosas.

¿Les dije que ando buscando el norte? No es que me importe no encontrarlo, ¡es que estoy tan jodidamente perdido en mí!

Una emoción cualquiera, Silvia Ferrero Mata

Vine desde el sur buscando el norte. Pero la localización no es lo relevante. Si ustedes se convirtieran en un mapa cuando se tumbaran, los puntos cardinales estarían por decidir.

Soy una emoción latente, aprendida, orgullosa ante las quejas de quienes puedo invadir. Nadie se da cuenta de que soy el motor del desafío, convierto bloqueos en transformaciones.

Aquí estoy sentada relatando entre el caos mientras saboreo un café con azúcar o inhalo nicotina a bocajarro. Grito y callo, me han dado ese poder, pero ¿debería yo sentirme culpable?

Me siento mareada, con los límites desproporcionados, dando gracias a los libros de coaching y psicología donde nuestro protagonismo es esperanzador.

Ahora ya noto cambio, diviso una nueva era, donde me encuentro más visible, donde nosotras las emociones ya no somos un mundo cualquiera. Me elevo en la sociedad, éramos como otra horrible pandemia.

Vine desde el Sur buscando, Eugenia

Trabajo en Torrejón, en 1984, tenía 36 años, cuatro hijas pequeñas, estaba separada.

Había estudiado, modistería y patronaje industrial. De mi marido no podía esperar ayuda. Empecé a cero y cogí un piso de alquiler. Mis hijas dormían, yo pensaba era feliz libre. Busque colegio para las niñas, trabajo para coser en casa, tenía una máquina, trabajaba muchísimas horas. Atendía a mis hijas, años más tarde monte una tienda y taller, he vivido entre costuras. Saque a mis hijas adelante, ya eran mujercitas, me ayudaban y aprendían. Gracias a Dios han tenido el cariño, comida, vestir, estudiar el oficio que les gustaba.

Estoy muy orgullosa de todas. Ya tengo 75 años, una madre y abuela con mucha suerte. Estos cuarenta años, no han sido fáciles, siempre busqué lo positivo. Con amor y esperanza, se puede conseguir. Es la herencia que puedo dejar a mis hijas.

Vine desde el Sur buscando… Carmen Ortigosa Martín

Un mundo mejor.

Mi madre dijo: –te curarán, allí hay médicos para todos.

Tuve de ir hacia atrás en mis pensamientos, para resistir, olvidando el hogar. Hacia adelante, para no vivir la soledad, la indiferencia. Creándome un mundo interior de salud y bienestar.

Estaba atrapado entre dos mundos. Ninguno me pertenecía.

Cuando una mano cálida tocaba mi hombro, era la felicidad. Eso ocurría pocas veces

Lo peor eran las miradas de hielo cuando dormía en las calles, me hacían sentir, mi dolor más punzante.

Buscaba sustento y cobijo. Un trabajo, alguien que me ayudara.

Estaba débil, tenía mucho frío. Me recogieron inconsciente, trasladaron mi cuerpo a un lugar aséptico, para morir solo, sin identidad.

Localizaron a mi familia para que donara mis órganos. Varias personas vivirán gracias a mi muerte.

Cerré mi camino. Sin realizar la curación que deseaba mi madre.

Vocación, Domingo Moreno Solís

Vine desde el sur buscando un futuro, una realidad diferente, una perspectiva nueva desde la que afrontar el comienzo de mi edad adulta, en forma de estudios universitarios, aquellos que en mi distrito me estaban vetados por no existir.

Vine buscando iniciar la escritura de mi libro, el más íntimo y personal, el de mi vida, sin saber cuántas páginas se escribirían en esta ciudad.

Y a juzgar por cuánto tengo que mirar atrás, han sido ya unas cuantas, todas las que me ha dado tiempo de completar en treinta años de residencia en Madrid.

Destino de gato de adopción por azar o por quién sabe qué; realidad cincelada semana a semana, trabajo a trabajo, vivienda a vivienda, vecino de tantos distritos que he perdido la cuenta.

Con estos mimbres no me queda otra que decir: vine desde el sur, para ejercer de madrileño, por vocación.


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