Desde su apertura en 2006, Tastevín se convirtió en un punto de encuentro para varias generaciones de torrejoneros, combinando ocio diurno y nocturno en un ambiente familiar y acogedor.
Su propietario, David Ortega Trujillo, que lleva más de 30 años en la hostelería, comparte en esta entrevista la historia del local, las anécdotas que han marcado su trayectoria y la relación cercana con clientes y proveedores que hizo del bar un referente en la ciudad.
Tras el reciente anuncio del cierre del local en sus actuales instalaciones, el dueño repasa los retos iniciales, los hitos más destacados y cómo planea continuar la esencia de Tastevín en nuevos proyectos. Entre monólogos, conciertos, vermuts temáticos y tardes de ocio, el bar ha dejado una huella imborrable en Torrejón de Ardoz.

¿Cómo nació el proyecto de Tastevín?
Nació en 2006 como una prolongación de otros locales de hostelería en los que había trabajado o regentado. Llevo en la hostelería desde los 19 años. Empecé en el Bar de Copas llamado Carcajada con mi amigo Chori, que desgraciadamente falleció en la pandemia de Covid, una persona muy conocida y querida en el mundo de la restauración torrejonera.
¿Qué les inspiró a abrir un local así en Torrejón?
Mi idea era montar un local alternativo donde se pudiera unir el ocio diurno con el nocturno, ya que nos empezábamos a hacer mayores y nuestro público de generación iba a demandar un ocio más compatible con la familia.
Mirando hacia atrás, ¿cómo fueron los primeros años?
Los primeros años siempre son los más difíciles. Junto con Edu, mi socio los primeros cinco años, y toda la plantilla, trabajamos con mucha ilusión para hacer un lugar de ocio diferente.
¿Qué recuerdan de los comienzos y de los retos iniciales?
Recuerdo aquella etapa con mucha ilusión. Cada proyecto era una novedad y nuestros clientes lo aceptaban con entusiasmo. Hicimos vermuts temáticos, pequeteca para entretener a los niños, primeros monólogos…
Tastevín ha sido un lugar muy querido por los vecinos. ¿Cuál cree que ha sido la clave para mantener esa conexión?
He intentado tratar a clientes, plantilla y proveedores como me gustaría que me trataran a mí, haciendo que todos se sintieran parte de Tastevín, su “segunda casa”. De esta relación han surgido grandes amistades; he logrado crear una verdadera “Gran Familia”.
¿Alguna anécdota que recuerde especialmente?
Hubo muchísimas, pero la pandemia fue la etapa más emotiva. Pedí a Dibu, proveedor y amigo, que hiciera una lona con un mensaje de ánimo que colocamos en la fachada; se hizo viral y la mantuvimos durante todo el Covid.
También recuerdo la primera actuación postpandemia: un monólogo de Alex Clavero llamado “La nueva normalidad”, que luego estuvo de gira por España. Los conciertos, tributos y nuestros vermuts de Navidad y Nochevieja también fueron inolvidables.
¿Cómo ha cambiado el público y la escena gastronómica de Torrejón desde que abrieron hasta hoy?
Antes la gente de mi generación salía al vermut que podía alargarse con comida y sobremesa y luego, por otro lado, estaba el público que salía a cenar y luego se quedaba de copas.
En el 2019 hice una apuesta arriesgada y novedosa que era anular las cenas para apostar por el tardeo (lo llamábamos TARDEVIN) y actualmente y en el futuro creo que esta será la tendencia para nuestra generación y la noche para los más jóvenes.
Por cierto, hago un inciso para hablar muy bien de los jóvenes que hemos tenido como clientes en Tastevin especialmente estos últimos años, responsables y muy educados, sin duda tenemos futuro.
Cuando en un mismo local se reúnen varias generaciones distintas y se convive perfectamente, eso habla muy bien de la empatía y modernidad de ambas generaciones.

La noticia del cierre ha sorprendido y entristecido a muchos clientes. ¿Qué motivos llevaron a esta decisión?
No fue una decisión voluntaria, el hotel no quería que continuara en sus instalaciones compartiendo mi actividad actual.
¿Fue difícil asumirlo?
Al principio sí, pero cuando mandé el comunicado y el video de despedida, la tristeza se transformó en felicidad al recibir tanto cariño y reconocimiento de clientes y amigos.
¿Cómo han sido estos últimos fines de semana hasta el cierre el 29 de noviembre?
Han sido ocho fines de semana espectaculares con homenajes, despedidas emotivas de grupos locales, bandas tributo, cómicos y DJs. Recibimos más mensajes de cariño de lo que podía imaginar; ha sido increíble y me siento tremendamente agradecido.
Si piensa en la esencia de Tastevín, ¿cómo la definiría?
Un local familiar y acogedor donde te sientes cómodo tengas la edad que tengas. Su amplia programación, donde podías comer, cenar, celebrar un cumpleaños, ver un monólogo o concierto y escuchar a un DJ, lo hacía único.
A nivel personal, ¿qué le deja esta etapa?
Con 52 años, esta etapa es la culminación de una aventura que empezó a los 19.
¿Qué aprendizajes o emociones se lleva tras tantos años de trabajo y de trato con la gente?
He aprendido que si tratas bien a la gente, el resto viene solo. La empatía y disfrutar de la vida sin molestar a nadie son esenciales.
He tenido un mensaje impreso en nuestro local desde el inicio que decía: “Disponemos de Wifi, pero recomendamos que conversen, sonrían y disfruten entre ustedes”, a día de hoy ese mensaje sigue más vivo que nunca, creo en el contacto de la gente y no hay mejor sitio para mantener ese contacto que en “Bares que lugares”.
Mirando al futuro, ¿qué viene ahora?
Para estas Navidades he llegado a acuerdos con locales amigos para mantener algunas fiestas programadas. Sí, queremos seguir vinculados a la hostelería. Busco un nuevo local que reúna algunas características de Tastevín para mantener la esencia y programación que ofrecíamos, aunque es un desafío.
¿Qué mensaje deja a sus clientes y vecinos?
Muchísimas gracias por formar parte de esta historia y por ser esenciales en la creación de ese buen ambiente y espíritu de amistad que siempre ha tenido Tastevín.
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